miércoles, 3 de marzo de 2010

El terremoto de Chile y la Cultura jurídica



A través de los medios de comunicación internacionales, llegó la noticia de la terrible tragedia que vivió Chile a raíz del movimiento telúrico del fin de semana pasado. Algunos medios también dieron noticia del boletín de prensa del gobierno que aseguraba que actuó "en la mayoría de los casos" con rapidez y diligencia. También se aseguraba que los daños hubieran sido mayores si los constructores no hubieran puesto atención en las normas correspondientes.

Sin embargo, algunos colegas nos comentaban que justamente fueron las construcciones nuevas las que se derrumbaron, incluso un edificio de condominios entregado unos días antes al terremoto.

También nos comentaron que los avisos de alerta por parte del gobierno llegaron demasiado tarde, que la mayoría de personas que se salvaron en las regiones costeras en realidad lo hicieron por propia previsión, e incluso en algunas zonas la población de organizó.

Nuevamente los mass media nos informan de la anarquía que reina en algunas ciudades, del saqueo y la rapiña, dicen los titulares; luego la afirmación contundente de la presidente que dice que pondrán todo en orden usando "la fuerza necesaria", para ello se autorizó un toque de queda, que acaba de extenderse hoy a más horas, y en general hay un estado de excepción en esas regiones. Un país civilizado como Chile debe mostrarle al mundo, y en especial al policía del mundo, a través de Hilary Clinton, que lograr controlar a su población.

¿Y qué resta de la cultura jurídica ante situaciones de esta índole dónde la subsistencia mínima se pone en riesgo? Mucho: Nuevamente vemos como un Estado queda rebasado (tal vez más radicalmente se observó en Haiti, pero incluso Katrina dejó una mala figura de Estados Unidos el Estado más poderoso) la sociedad hace lo que puede porque no está acostumbrada a organizarse, tal vez destaque aquí la anécdota de la pequeña que tocó la campana en un poblado costero y muy pocos habitantes hicieron caso al llamado.

Curiosamente los medios de comunicación (obviamente inducidos o mal informados por el gobierno chileno) se encargan de mostrarnos una población chilena anómica, anárquica y "poco civilizada" ¿pero las manifestaciones que vemos en los noticieros no son especie de desobediencia civil? no se puede responsabilizar a la sociedad, no se debe dar motivo a los Estados para que en estos casos su primera respuesta sea la de penalizar y restringir derechos. Hay aquí una respuesta cultural a un problema que se puede calificar de jurídico, y claro, siempre es más fácil enviar al ejército que intentar soluciones a mediano o corto plazo como son las soluciones que proponen cambios culturales. Al fin que la presidenta está por marcharse.

Un profesor de Valparaíso nos decía "nosotros ya estamos acostumbrados a los terremotos, este es mi 4o" quien no se acostumbra es el Estado que parece seguir confiando en sus propios medios, insuficientes por cierto.

1 comentario:

  1. ¿Por qué la gente aprovecha de las desgracias?
    Dificil compartir y confiar en todas las noticias que se encuentran en la red...
    Por ejemplo, al momento del anuncio del terrible terremoto en Chile, pensaba con gran preocupación en todos los que conozco allá y busqué noticias en internet.
    Aún no habían datos seguros, sólo hipótesis confusas, se conocía apenas el epicentro y el riesgo de tsunamis. Pero los sitios italianos, poco tiempo después del hecho, en plena noche, ya anunciaban que una joven cantante italiana, que se encontraba en Viña del Mar, no contestaba al teléfono. Yo también llamaba a Chile y nadie me contestaba, por un black out total y porque todas las lineas estaban sobrecargadas. Además de esto, en Chile se encuentran 50.000 italianos.
    ¿Por qué esta gran preocupación por una casi desconocida cantante?
    Antes de averiguar y de tener noticias sobre la real condición de millones de mujeres y hombres, que viven una situación crítica, con destrucción, muerte, estos artículos anunciaban la búsqueda de esta cantante, que además se encontró sana y salva prontamente, con datos precisos y nombre y apellido de su “manager”. Sólo faltaba una dirección de correo electrónico y un contacto telefónico.
    ¡Qué triste mundo donde se pasa encima de todos por el propio sórdido interés personal!

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