2014 año fatídico de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, ese año nació el Infrarrealismo Jurídico. 2016 el movimiento se constituye en Colectivo y se presenta oficialmente en las V Jornadas de Filosofía del Derecho de la UNAM. 2017 el colectivo presenta "necroderecho" un ejercicio de catarsis en el Museo Nacional de Arte (INBA).
El nombre tiene que ver con el movimiento literario encabezado por
Roberto Bolaño Ávalos y Mario Santiago Papasquiaro. La novela Los detectives salvajes, de Bolaño, cuyo
protagonista es una estudiante de derecho que se decanta por la poesía representa
para el Colectivo la pauta de lo infrarreal: “Déjenlo todo…” la emancipación.
Si lo infrarreal literario trata de humanizar lo humano, lo infrarreal
jurídico busca llevar el derecho al campo de las grandes batallas humanistas,
donde normalmente está el arte, por eso nosotros también decimos: “Déjenlo todo
nuevamente”, empecemos cosas nuevas, vamos a crear, busquemos nuestra propia
identidad en la cultura y seamos de alguna manera pepenadores del derecho,
recolectando aquello que nuestros colegas por violencia epistémica dejaron de
mirar, aquello que está más abajo, que tiene que ver con nuestras raíces. Reciclamos
eso donde ha quedado gente marginada, marginada no solo por el arte y la
filosofía, sino por el derecho, esos excluidos, esa gente que el derecho no ve
con buenos ojos, porque los ve como un peladaje, no quiere acercarse a eso, no
sale de las aulas, no sale de los textos.
Nuestro colectivo busca el despertar, salir a la calle, ir a donde está
el derecho vivo y en ese sentido despreciar el derecho visto como un asunto
taumatúrgico y fetichista, verlo, más bien, como un fenómeno cultural, un
asunto más humano.
El colectivo ha realizado 3
Coloquios, Cine debates, Camabaleche de libros y películas, y mantiene un foro
parmente de discusión en el Posgrado de Derecho de la UNAM con participación de
profesores y estudiantes de Filosofía, Ciencias Políticas, literatos,
realizadores de cine, personajes de la cultura popular, etc.
Este fue nuestro manifiesto inicial:
Déjenlo Todo, Otra Vez… y compártanlo
Para todos los detectives salvajes, en busca de un Derecho radical, que
pregunte, transforme, ame todo lo que cuida y cuide todo lo que el ser humano ama.
La escuela “Infrarrealismo Jurídico”, pretende
la reflexión como un desafío a usar el cerebro, un estímulo a no aceptar la
corriente de opinión hegemónica sin al menos reflexionarla, debatirla y
falsearla.
Puntos de tensión:
El derecho al adherirse
a una idea ilustrada, burocratizarse y constituirse en una ciencia autónoma en
la enciclopedia del saber, sacrificó un elemento importante que es la
comunidad, el sentido común y los sentimientos que no es sino el
cuestionamiento del YO a través del OTRO.
Rechazamos cualquier
idea ilustrada de lo jurídico inclusive aquellas posturas que no han intentado
sino recomponer y regenerar el derecho en sus crisis. La modernidad ha
contaminado el derecho, lo que no compartimos, el derecho necesita dialogar con
aquellas manifestaciones estigmatizadas y anatemizadas por su “irracionalidad”
por revelarnos aquella “naturaleza humana” la que el sistema del derecho le
estorba, le teme.
El derecho como diálogo
con la totalidad
El derecho y su ciencia (prudencia), no puede
darse el lujo de no voltear a dialogar y servir a TODAS las personas, parejas,
familias, comunidades, ciudades, estados.
Debe servir y dialogar con todas las lenguas,
culturas, discursos, modelos e ideologías.
Debe convivir, alimentar y alimentarse de todas
las ciencias, artes y medios para comunicar.
Derecho como constructo
social
Los seres humanos somos inacabados y el derecho
al ser un producto colectivo, social, también es inacabado pero constructivo;
volviéndonos conscientes de esa incompletitud conocemos, aprendemos y creamos.
Somos objetos y sujetos del derecho, de su creación e investigación.
Derecho como secreto
El derecho es un secreto, incluso para el propio
abogado. Es hermenéutica, código y encriptación. Es público, pero no al alcance
de todos. El derecho debe servir y comunicar a TODOS, la publicidad y
divulgación del derecho deben ser una máxima prioridad si pretendemos que la
gente construya por si misma las mejores manera para servir y servirse
mutuamente.
Derecho como reflejo de
la realidad
El derecho sale del pueblo, es producto del
proceso democrático, de la observación (muchas veces parcial y sesgada) de la
problemática social, económica o personal. Las personas son tan fieles al
derecho, como fiel a las personas es la propia norma.
Es el reflejo más fiel de nuestra ignorancia,
miedos, fobias, prejuicios y fanatismos; o también de nuestros más grandes sueños
y esperanzas.
Derecho como ficción de
ficciones
Narrativa de la narratividad misma, el deber ser
de la narratividad social, de nuestros roles y papeles, mediados por más
guiones de los que posiblemente nadie podría memorizar, mucho menos dominar completamente.
A eso todavía le buscamos juicio, parámetro, y en los casos más trágicos,
anomia, falta de guion.
El derecho debe y puede construir y construirse
de maneras más cercanas, consientes y justas para todas las realidades a las
que sirve.
Derecho como juego
Experiencia, mediación, diversión, la finalidad
del juego es regular la pasión y el placer de jugar, para poder seguir jugando
mientras se obtenga placer. Ver el derecho como juego es ver la finalidad de la
vida como el placer, y sus reglas como la condición de que la vida siga siendo
vida, y no otra cosa.
Derecho como innovación.
Innovación de las formas de convivencia,
construcción de confianza y felicidad mutuas.
Derecho como
contra/hegemonía
El derecho como freno, canal y articulador del
poder bueno, el poder que cuida, protege, defiende, garantiza.
Derecho como contenido
El jurista siembra ideas, aspiraciones y
mecanismos para el florecimiento de la civilización, la sociedad, la ciudad, la
cultura y, en general, de la conciencia. El filósofo del derecho,
particularmente, tiene el deber de no claudicar en la búsqueda de valores, cada
vez más universales, interdependientes, cada vez más incluyentes, cada vez más
bondadosos, generosos, para proteger la norma, sus procesos o instituciones de la
hegemonía del interés, idiosincrasia o ideología de unos cuantos.
Derecho como señal
El derecho como información computa y transmite
aspiración, razón, equilibrio, fuerza. Es proceso, es contrato y es
institución, obligación, derechos, aspiración y sanción. Todo eso se transmite,
del legislador, el derecho antiguo y la doctrina; busca encausar, modificar,
evaluar, sancionar o “corregir” la realidad.
Derecho como utopía
Como el medio para ensayar otros mundos
plausibles, experimentar otras realidades, desmitificar las fuentes de lo
utópico.
Derecho como integración
Integrar conocimiento, ideas, abstracciones,
ideas y otredades. Sin edad, ni fecha de caducidad. Es un dialogo inter
disciplinario y generacional.
Derecho como amor
Amor como
idea de la interdependencia con el otro, con los otros, con el todo.
Amor como
desprendimiento de nosotros mismos, como destrucción del ego.
Amor al conocimiento y a los hombres que lo construyeron;
Amarlos para poder matarlos simbólicamente, y
poder amar sus obras, contribuciones, creaciones, no por su fuerza en la
tradición, el carisma o su (ir)racionalidad; sino por sus méritos, utilidad
social.
Amor para buscar en la norma y su constructo
simbólico valor, utilidad, función y tal
vez sentido de justicia.
Derecho sin intérpretes
El derecho, la teoría interna y externa, su
historia de las ideas y de los hombres y mujeres que lo construyeron, su
filosofía, etc., deben de construirse para separar el ego, idiosincrasia, sexo
o raza de la esencia, el prejuicio del contenido, el verdadero continente
normativo de la profecía del abismo.
Derecho sin egos
El ego es construcción de nosotros mismos,
nuestro peor enemigo. Es un freno al dialogo, el consenso y el progreso.
Siempre habrá alguien más inteligente, elocuente, culto, poderoso o guapo que
nosotros, no por eso el verdadero debate de ideas debe supeditarse a eso.
Buscamos construir:
Derecho sin género
Derecho como sentido común
Derecho como confianza
Derecho redistributivo y restaurativo
Jurisprudencia de preguntas
Pedagogía de la complejidad
El infrarrealismo
jurídico como proyecto, debe repensar el derecho en la sociedad y sus
repercusiones sociales, debe reflexionar si las teorías de autores extranjeros
reflejan o responden a las necesidades de nuestra sociedad, pues no se pueden
retomar y discutir en las universidades del país, ni en las aulas donde se
enseña derecho en México. Sus casos, tragedias y construcciones teóricas, poco
o nada tienen que ver con la realidad mexicana.
Hay que voltear a la teoría
buscando el cómo se pudo voltear a una sola realidad y abstraerla de tal manera
que creyera la gente que así se describía/normaba cualquier sociedad, en
cualquier tiempo, con cualquier clima, cualquier cuerpo o vida espiritual. Hay
que buscar en nuestra propia sociedad los problemas que realmente la vuelven
problemática, particular y distinta, como eso crea orden, tensiones y
transformaciones, dentro y fuera de órdenes normativos abstractos importados,
que les gustaría verla comportarse más europea o civilizada.
Debemos usar el cerebro
y ver la realidad mexicana para encontrar ejemplos de casos trágicos en el derecho,
que no han encontrado solución.
Al tiempo, cuando
terminemos de entender porque aquí se mata, pelea, maltrata, roba, explota,
divorcia, etc., y encontremos que nuestros rituales, idiosincrasia, realidad
material y existencial nos dan características que niegan plegarse al marco
occidentalizante debido, y por razones muy distintas que en otros lados, en
efecto podemos empezar a soñar que este asunto se puede convertir en algo más
pacífico y civilizado, comunitario, solidario, cooperativo, igualitario, justo y adecuado a nuestra realidad.
La Difusión y Redifusión
La difusión de las ideas, investigaciones, debates y divulgación
de las distintas escuelas, generalmente se limita a dominar los diferentes
medios importantes para la difusión de sus ideas.
El infrarrealismo se propone la difusión del debate infrarrealista
por todos los medios virtuales y palpables al alcance, siempre volteando a
nuestra propia realidad y cultura; no para conservarla, sólo para entenderla.
La segunda misión del infrerrealismo será la redifusión de los
debates, investigaciones e ideas, de manera objetiva y crítica, de todas las
escuelas que quieran dar a conocer su propia verdad.
Sólo falseando las ideas, criterios y dogmas, incluidos los
propios, puede haber innovación, progreso y transformación. Sólo asumiéndonos
parte de la dialéctica y de la enciclopedia de las ciencias, el derecho podrá
ser realmente libre.