lunes, 24 de junio de 2019

Toy Story: Filosofía, política y derecho

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Para José Emilio

Terminó la saga "Toy Story" y con ella una narrativa y un pequeño universo, con valores, ideas e imágenes sobre la vida. Incluso sobre la política y el derecho. Quizá pasa un poco desapercibido el hecho de que se trata de un colectivo de juguetes que a lo largo de 4 historias, van despidiendo a algunos de sus miembros, recibiendo a otros y reencontrándose a unos más; todo ello en el maro de una organización social que ha funcionado bien dentro de la trama.

Desde 1995, los juguetes tienen a un líder, Woody, el vaquero, quien los agrupa y organiza en torno a una especie de asambleas donde cada juguete tiene una participación en la toma de decisiones; Slinky el perro-resorte ayuda a Woody a convocar y funge como su representante en su ausencia. El señor Cara de Papa y Ham son dos suspicaces colaboradores pero son muy críticos e incluso algunas veces, disidentes. 

En la primera película Woody cuenta además con el apoyo de pequeños soldados que hacen las tareas de inteligencia para el grupo; y no tienen empacho de relevarlo de sus funciones cuando atenta contra el recién llegado Buzz Lightyear, quien se presenta como alguien que le puede disputar el puesto de líder a Woody. El vaquero tendrá que aprender a lidiar con sus emociones (envidia) y a trabajar más en equipo, mientras enseña a Buzz el valor de la lealtad. El personaje del guardián espacial puede ser leído como alguien formal y con sesgos de formación militar, sin embargo, a lo largo de esa primera entrega demuestra tener mucha capacidad de apertura y hacen una genial mancuerna él y Woody, lo que puede verse de manera más cabal en la última película. 

De esa primera película podemos analizar además el castigo que le imponen a Woody cuando piensan que ha desaparecido Buzz, se trata de un exilio que entendemos es uno de los castigos más duros para un juguete. Incluso cuando hay posibilidad de rescatarlo del cuarto del niño Phillips quien lo iba a destruir, tampoco lo hacen porque están convencidos de su culpabilidad. Tal vez extrañamos el debido proceso, aunque alguien podría decir que había pruebas contundentes pero no estaban apegadas a la realidad, así que se trata de un pequeño linchamiento, un intento de magnicidio en contra de Woody, que si bien era un líder un poco egoísta respecto de los afectos de Andy, si procura que los juguetes se mantengan íntegros.

Con los nuevos largometrajes vinieron otros ejercicios de poder y derecho. Aparece Jessie, la vaquerita, la versión femenina de Woody, muy valiente, incluso a pesar de su claustrofobia, una lideresa muy solidaria. 

Es la tercera entrega la que más ejemplos nos da de ejercicio de poder; la figura dictatorial de Lotso es fantástica en este sentido, un oso de peluche que huele a fruta, de entrada algo que simboliza cosas buenas, además se le representa como alguien de experiencia, porta un bastón por los avatares que ha pasado en la vida, parece inclusivo y democrático pero en el fondo no lo es. Se rodea de un grupo de juguetes, todos de género masculino, que le sirven de guardia personal y ejecutan sus ordenes sin chistar, tienen un control panóptico a través de un mono sobre la Guardería Sunnyside y aterrorizan a sus detractores; en el sistema que dirige Lotso hay un casino clandestino, una cárcel e incluso métodos de tortura, pues los juguetes disidentes son enviados a la "caja de arena" del patio como un castigo muy duro. seguramente se ha desecho de juguetes incómodos como lo hace saber el personaje del "Teléfonito". Lotso opera a través de las falsas promesas, el discurso, la manipulación y el engaño; no hay mecanismos para contrarrestarlo; los juguetes de Bonnie, en especial "Sonrisas" le dicen a Woody sobre la terrible situación del lugar y del gobierno despótico de Lotso con la frase "De ahí nadie sale". Con la desaparición de Lotso observamos una sociedad más horizontal y organizada en la que las tareas peligrosas y difíciles (El salón oruga) son realizadas bajo un programa general y no como castigo o ghetto; de hecho podríamos decir que hay un ejercicio más democrático. De todo esto nos enteramos en los créditos; el arenero ahora es un centro recreativo, al parecer Ken y Barbie son una especie de administradores, y todo es fiesta, aunque el mono sigue vigilando las cámaras.

Ya desde la tercera película pero con mayor énfasis en la última, Dolly, la muñeca de trapo, es un personaje femenino que tiene las funciones de gobierno en el cuarto de Bonnie, y lo hace con bastante fortuna. Al parecer, esta función recae en el juguete favorito, aunque Bonnie constantemente cambia de juguete, lo que hace suponer, que Dolly cuenta con el respaldo y la autoridad moral para llevar las riendas, siempre escuchando a sus compañeros como es el caso del propio Woody, los críticos Buttercup y Señor Espinas, Buzz Lightyear y Jessi. No pasará desapercibido para nadie el hecho de que Woody seda su lugar como comisaria a Jessie, quien ya representa en las historias de Bonnie este papel. 

Betty, llamada en la cuarta película Bo Pitt, es otro personaje interesante, es la dirigente del grupo de juguetes perdidos - o más bien liberados- es enérgica pero a la vez indulgente y solidaria; el amor hace cambiar a Woody su sistema de pensamiento, en esta nueva vida será un personaje secundario, aunque ciertamente la vida con Bonnie no le auguraba más participación, pero es bueno siempre cambiar de opinión para mejorar en la vida. Hay otro personaje femenino en esta cuarta entrega, se trata de Gaby Gaby que en principio parece el antagónico de la historia y gobierna la tienda de antigüedades con un ejercicio muy similar al de Lotso, pero que al manifestar sus reales intensiones en cierto modo sede un poco, aunque no sin dejar de herir seriamente a Woody, que a través de un acto altruista renuncia a su caja de sonido, e incluso la ayuda a mejorar su vida.

Woody ha transitado por diversos sistemas de gobierno, ha sido parte de ellos, se ha visto involucrado en la creación de normas, le ha tocado asistir a asambleas y conciliaciones; ahora se ha jubilado y dedicará su vida a recorrer el mundo al lado del amor de su vida, además, ayudando a otros juguetes a conseguir un niño que los quiera; es el premio para un gobernante justo y sabio. 


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