jueves, 12 de octubre de 2023

Democracia animal: a propósito de Sweet Tooth

 



Por José Ramón Narváez H.


No voy a insistir más en el hecho notorio de que la ciencia ficción es una fuente rica en enfoques prospectivos, planteamientos novedosos y posturas creativas; ahí encontramos modelos societarios, formas de organización política y sistemas jurídicos de toda índole. Por ejemplo, Ursula K. Le Guin en 1974 escribió Los desposeídos una ficción futurista y distópica proponiendo modelos políticos basados en la exacerbación de los problemas contemporáneos. 

Hoy, vengo a proponerles el análisis de Sweet Tooth un cómic de DC, creado por Jeff Lemire y transformado en serie televisiva por Jim Mickle para Netflix en 2021.

En un mundo postapocalíptico y posterior a una pandemia, que muchas personas adjudican a los híbridos, personas mitad humano, mitad animal. Una fábula oscura live action con tintes sociales y políticos. Los humanos no hemos aprendido, después de manipular y querer controlar la naturaleza seguimos cometiendo errores imperdonables, el más importante quizá, buscar nuestra subsistencia sin reparar en todos los demás seres vivos, incluso en los de nuestra misma especie, basando nuestra capacidad de asociación en la apariencia. Lo híbridos son inteligentes, pero eso no cuenta al momento de cazarlos, previa criminalización.

El mundo se ha tornado inhóspito y los sobrevivientes se han tribalizado, los gobiernos han militarizado el poco espacio habitable y civilizado y abiertamente se han unido a las empresas biotecnológicas que sin escrúpulos generaron el caos. La única cultura cívica visible es la de todos contra todos, sálvese quien pueda; el modelo capitalista en su máxima expresión.

Voy a referirme al episodio 4 “Salsa Secreta” donde nuestro protagonista descubre una comunidad de adolescentes que en el “fin del mundo” se quedaron huérfanas y huérfanos, la mala gestión medioambiental de la generación anterior llevo a la parcial destrucción de la tierra, ahora se han organizado para tener una organización social muy horizontal a través de asambleas y tratando de proteger a los híbridos; el capítulo tiene muchos elementos que rememoran a la célebre novel El señor de las moscas, aunque aquí el liderazgo es mayoritariamente femenino. Esta comunidad es un oasis en un desierto de caos, aunque ciertamente no han abandonado la violencia y tal vez la moraleja es justo esa, que toda violencia ínsita en una revolución termina por consumir a sus creadores.

Hoy bajo el nombre democracia animal, encontramos distintas propuestas: por un lado, los potenciales aprendizajes de algunas especies animales respecto de su organización social, y es que nuestras democracias adolecen de tantas cosas, pero, sobre todo, se encuentran en un impasse creativo, así que tal vez, si miramos a otras especies con mayor apertura tal vez aprendamos algo nuevo.

Es posible que el antropocentrismo y nuestra tremenda arrogancia nos haga pensar que somos la crema y nata del mundo animal, pero somos la única especie capaz de terminar con el mundo.

Por otro lado, bajo el membrete democracia animal, encontramos planteamientos a través de los cuales se propone la consideración de las especies animales cada vez más juegan un papel determinante en la vida cívica; un gran sector de la humanidad socializa con y a través de animales de compañía que representan un factor determinante en sus vidas; desgraciadamente el mercado encontró una nueva manera de manipularnos emotivamente apelando, otra vez, a nuestro egoísmo.

En cualquier caso, es urgente reinventarnos, y reinventar la democracia, que siempre será animal porque nosotros no hemos dejado de serlo; y eso no es algo peyorativo, por el contrario, urge reorganizarnos para evitar nuestra extinción, y eso será sólo posible creando sistemas democráticos donde necesariamente estén consideradas las demás especies, lo que decidamos en conjunto políticamente les afecta y viceversa, lo que les suceda repercutirá faltamente en nuestra existencia.        


jueves, 5 de octubre de 2023

Isla de Perros: una fábula electoral

 



¿Por qué esta película?

Wes Anderson se ha consagrado ya en el cine contemporáneo como un narrador distinto. En Isla de Perros lo demuestra con creces. La técnica del stop motion, y el diseño realista de los perros, permiten una interacción permanente con el espectador quien sólo puede entender a los canes, otros diálogos eventualmente son traducidos, la idea, es que quien mira la película asuma la perspectiva de los perros. Los intertítulos, la música y el formato dividido en capítulos de la obra; le dan un tinte peculiar, como si se tratara de un documental 

Anderson ganó el Oso de Plata en la categoría de mejor dirección. La cinta fue nominada a los Globos de Oro en las categorías de mejor largometraje de animación y mejor banda sonora original. Las voces que dan vida a los personajes son un gran reparto: Bryan Cranston, Koyu Rankin, Edward Norton, Bob Balaban, Bill Murray y Jeff Goldblum.

La película discurre dentro de la re-elección de un alcalde en la imaginaria ciudad de Megasaki, dentro del territorio japonés, 20 años en el futuro. 

 

Historia de una elección muy perra

El alcalde de la ciudad, Kenji Kobayashi, a través de un decreto, declara “estado de emergencia” a raíz de la diseminación de un virus que afecta a todos los perros; los canes serán exiliados en una isla que hasta ese entonces sirve de basurero a la ciudad. Un científico de apellido Watanabe es el opositor político del alcalde en la venidera elección; él está en contra del exilio y aboga por una solución distinta, de hecho, busca la cura contra la gripe canina. El candidato opositor es asesinado. El candidato oficial tiene el camino libre, controla los medios de comunicación a través de ellos difunde falsas noticias que han llevado al electorado a formarse una sola versión de los hechos públicos.

Un grupo de estudiantes de nivel medio, liderados por una becaria extranjera emprenden una búsqueda de la verdad, de ese modo se enteran de la existencia de la cura de la gripe, enfermedad que durante la película sabemos fue creada por el propio gobierno ayudado por una sociedad secreta de amantes de los gatos que controlan la industria mecatrónica que ha creado los perros robots que sustituyeron a los reales y que sirven para controlar a la población.

Los perros son las grandes víctimas. Envenenados, criminalizados, exiliados, asesinados; son objeto de una campaña política negativa, utilizados como pretexto para políticas públicas “genocidas”; este es el punto central, los perros son el símbolo de sectores sociales pauperizados y cosificados en algunas campañas electorales.

Podríamos decir que se trata de una “elección de Estado”, todo el aparato gubernamental está volcado para conseguir la reelección de quien lo dirige. Crímenes electorales de suceden uno a otro, desde la desaparición del opositor Watanabe, la manipulación de los medios, hasta el uso de la fuerza pública para intentar reprimir a los disidentes.

 

Los valores cívicos y sociales detrás de la lucha canina

El perro por excelencia es asociado a la virtud de la lealtad. Expuestos a un entorno violento, reconducen su lealtad hacia sus compañeros exiliados.

Rex, King, Duke, Boss y Chief forman parte de una jauría que intenta sobrevivir y cuyas decisiones son siempre sometidas a votación. Un niño de 12 años de nombre Atari, pupilo del alcalde, busca a su perro Spots, la jauría decide ayudarlo en la búsqueda, emprenden un viaje peligroso a los confines de la isla donde se rumora que existe un grupo de perros caníbales que tienen secuestrado a Spots. Durante el viaje el grupo se divide y eso genera una relación de amistad entre Chief y Atari; el perro hará un ejercicio de retrospección para volver a confiar en los humanos.

También la gran jauría que habita la fábrica trabaja en equipo, son perros que sobrevivieron a la experimentación animal y tienen lesiones permanentes; entre ellos se apoyan y ayudan.

La moraleja es clara: la unión hace la fuerza. Es una película que no puede pasarse por alto, sobre todo para quien gusta de lo electoral, además es familiar y permite una discusión abierta de muchos temas. Los animales pueden enseñarnos mucho.