martes, 6 de marzo de 2012

El orden Constitucional y la Banda del Automovil Gris



La película silente El automóvil gris tiene en la historia del cine mexicano un espacio estelar, a ello suman la historia del director, la historia que dio origen a la trama, la historia de algunos de los actores, e incluso la historia de la filmación.

Nos parece que en este caso la historia del cine puede ilustrar las concepciones jurídico-políticas que se dieron en la época y que se reflejaron en la pantalla grande.

Comencemos con el director. Enrique Rosas Aragón de origen poblano. Se trata de una persona involucrada de lleno en el floreciente cine nacional, como muchos de nuestros primeros directores a él le tocó acompañar a algunos generales de la revolución con la idea de documentar sus actividades, Rosas acompañó a Carranza, Obregón y finalmente siguió a Pablo González quien fue enviado por Carranza a la capital mexicana, como gobernador, para pacificar a la convulsionada Ciudad de México.

La filmografía de Rosas es amplia a pesar de morir muy joven. Gran parte de su trabajo podría calificarse como periodismo cinematográfico sobre todo en Orizaba, Veracruz, pero se tiene registro de su presencia en Guanajuato, Coahuila, Sonora, Hidalgo, el Estado de México y obviamente en la Ciudad de México; pero realmente ha pasado a la historia por El automóvil gris (1919), la cual se comenzó a filmar en 1917 junto con otras tantas producciones de la Azteca Films creada en ese año por Rosas en sociedad con Mimí Derba, la diva de entonces del teatro de revista y supuesta amante de Pablo González también socio de la productora cinematográfica. González Casanova cita que el periódico El Universal de 27 de noviembre de 1916 daba a conocer la creación de la Azteca Films, la cual:

…llevaría como director técnico a un pionero de nuestro cine, Enrique Rosas, y como socio capitalista al general Pablo González, hombre de confianza del Presidente Carranza. Detrás de su creación se encontraba el interés del gobierno por desarrollar un cine nacional de ficción que anteponer a las producciones del vecino país del norte; oscuros intereses capitalistas estaban propiciando en Estados Unidos la filmación de películas destinadas a difamar a México y a su Revolución. El gobierno sintió la necesidad de hacer algo más que prohibir la exhibición de esas cintas, ¿y qué mejor que propiciar la producción de películas nacionales?

Este es uno de los caballitos de batalla de la crítica de la época y en parte de la historiografía cinematográfica de nuestro país que justifica(ba) el intervencionismo estatal en el cine en esta época justo como una hábil maniobra carrancista para contrarrestar la leyenda negra que estaba creando el cine norteamericano.

De ese modo se marcaba el derrotero que debía seguir el cine nacional, casi un deber patriótico, en palabras de la propia Mimí Derba la Azteca Films sería “…una empresa cinematográfica que desarrolle asuntos de interés nacional, inspirados en temas históricos, que muestren las verdaderas costumbres mexicanas.”


Mimi Derba

Entre Rosas y Derba produjeron y codirigieron una serie de películas entre 1917 y 1919 fruto de la fundación de la Azteca Films (Sociedad Cinematográfica Mexicana, Rosas, Derba y Cía.) para algunos historiadores del cine mexicano, esta fue formalmente la primera empresa productora mexicana de cine y Derba la primera mujer productora en México, no sólo eso sino que en las seis películas elaboradas en 1917, colaboró con los guiones y la actuación, salvo en La tigresa en la que sólo dirigió, convirtiéndose así también a decir de los citados historiadores, en la primera directora mexicana. Las otras cuatro películas fueron: Alma de sacrificio, En defensa propia, En la sombra, Entre la vida y la muerte y La soñadora; todas estas películas se referían a contextos novelísticos pretéritos con pocos elementos que pudieran remitirnos al contexto mexicano de la época, eran simplemente evasión o en el mejor de los casos “…querían a la vez mostrar a México como un país ‘culto y civilizado’ para responder así a las campañas difamatorias desatadas por Estados Unidos”. No así la película El automóvil gris, que debía tratar sobre la famosa banda de asaltantes que a partir de 1915 comenzó a asolar la capital del país.

La Banda del Automóvil gris se integró por mexicanos y algunos extranjeros que habían escapado de la Cárcel de Belem durante la época convencionalista, comandados por el asturiano Higinio Granda quien ya había escapado de la misma cárcel, según la leyenda vestido de mujer, lo siguieron otros de sus viejos cómplices: Santiago Risco y Rafael Mercadante, estos junto con Granda lograron hacerse contratar como agentes de la reservada de la Inspección General de Policía. Otros secuaces fueron Ángel García Chao quien mediaba entre la banda y Juan Mérigo, otro general pero este obregonista que residía en la Ciudad de México y amante de María Conesa. Otros dos prófugos, José Fernández y León Cedillo, se alistaron en el Primer regimiento de artillería. Otros fueron Fernández Teixeiro, José A. García, Luis Hernández, Enrique Rubio Navarrete, hermano de un general huertista, Bernardo Hernández Quintero, Ángel Flores, Francisco Oviedo, Luis Lara, Carmen Aréchiga, Isabel León y Ángeles Sánchez amante de Granda, entre otros.

Lo peculiar de esta banda es que cometían sus fechorías endosados en los típicos trajes de los miembros del ejército constitucionalista auxiliándose de un automóvil de color gris, el modus operandi era muy parecido al que seguía la policía al realizar sus cateos, esto obviamente daba ventajas a los delincuentes que estaban aprovechando la situación financiera de muchos capitalinos que desconfiando de los bancos y los bilimbiques cambiaron todo por oro o joyas que conservaban en sus casas.

La efectividad e impunidad con la que operaba esta banda, hizo suponer a la opinión pública, que tal vez estarían coludidos con algunas autoridades, incluso los rumores llegaron a asociar al mismo general Pablo González en los atracos, he aquí donde la historia cinematográfica se torna interesante, porque fue el mismo González quien se mostró interesado por la elaboración de una película sobre los hechos, una película en la que él y la policía bajo su mando salían bien librados, además al considerársele tan cercano a Rosas y Derba, la cuestión parecía del todo verosímil.



Un hecho más para aderezar la historia, la película se presentó con la advertencia de que las escenas del fusilamiento eran reales y como escenografía se utilizaron los mismos lugares donde operó la banda, Rosas con su espíritu periodístico se había encargado de filmar algunas escenas previamente, así que en la elaboración de la película se utilizó material que Rosas obtuvo en sus andanzas con el propio González quien además posteriormente le pidió que esas escenas formaran parte de la publicidad para su campaña para Presidente, antes de la filmación del Automóvil gris.




Aún más, en 1944 Las Abandonadas de Emilio Fernández (El Indio), volvieron sobre el tema, pero ahora uno de los protagonistas fue un general, o más bien un delincuente que se hizo pasar por general (Pedro Armendáriz) quien se enamora de una prostituta (Dolores del Río) a quien lleva a vivir a su gran mansión y le regala un collar fruto de los robos de la banda del automóvil gris, al ser vista la amante con el collar ella descubre que el general estaba implicado en todo y es detenida y procesada por el robo. Se trata a grandes luces de referencias al general Pablo González, quien al entrar junto con Carranza a la Ciudad de México “carranceó” la casa que fuera de Ignacio de la Torre Mier16, el mismo automóvil gris pudo ser objeto de carranceo.


Y es que para entonces el crimen más perseguido fue la traición y los demás pasaron a segundo plano, bajo el lema de “moralizar” a la policía y “limpiar” la capital, González se encargó de eliminar a sus enemigos y cazar a los supuestos “esbirros huertistas” o también llamados “emisarios del pasado”.

La banda del automóvil gris funcionaba entonces, no sólo para procurar enriquecimiento ilícito a sus miembros, sino también como un poderoso objeto político para generar temor en la sociedad, incriminar y permitir ciertas liberalidades a las autoridades, una política que no era exclusiva de González, recordemos que Carranza tuvo facultades extraordinarias que incluso lo llevaron a disolver a los otros dos Poderes del Estado.

González por otro lado pretendía llegar a ser Presidente de la República, pero no contaba con los anhelos de sus compañeros de batalla, de hecho inició el periodo que precede a toda revolución dónde sus hijos comienzan a devorarse unos con otros. El mismo proceso a la banda del automóvil gris sirvió a los pablistas para perseguir a los obregonistas, aunque al final se desquitaron asesinando a los dos miembros de la banda que sobrevivieron en la cárcel el fusilamiento. Entre González y Mérigo se acusaban mutuamente de ser los patrocinadores de la banda, en el imaginario (y muy seguramente en la realidad) siempre fue González el padrino de la misma.

En la película de Rosas vemos a Pablo González indignado dando órdenes a la policía para que tome cartas en el asunto. Se desplegó un gran contingente para cumplir las órdenes de González que había recibido un ultimátum de Carranza. Fue detenido León Cedillo quien denunció a los demás, Granda huyó y jamás se le volvió a ver. Precipitadamente, 10 de los implicados fueron condenados a la pena de muerte por 2 robos de los 8 que se les imputaban. Poco antes del fusilamiento, Pablo González conmutó la pena a Bernardo Quintero, Luis Lara, Francisco Oviedo, Rafael Mercadante y José Fernández.



Enrique Rosas

El qué algunos de los integrantes de la banda siguieran prófugos y que algunas autoridades también estuvieran implicados, dieron a González y Juan Manuel Cabrera (jefe de la policía y actor de la película de Rosas) más argumentos para continuar con una política de cacería, a Cabrera se le achacaron diversos saqueos en supuestos cateos, eso sí regulares; González en cambio fue a Chinameca a asesinar a Zapata, y se le consideraba un hombre cruel al servicio de Carranza.

¿Y la Constitución? Ciertamente como un emblema, más político que jurídico, traducido en imágenes e imaginarios que para el grueso de la población debió generar inmensas paradojas. Sólo en el cine hemos dicho, la Constitución se presentaba como término de un periodo bélico y el inicio de un nuevo orden, en el mismo cine, como en el automóvil gris se presentaba ese orden como oportunista, maquiavélico, de doble moral y en fin caótico, la Ciudad de México se mira a través de la lente de Rosas como destruida, abandonada y dejada a su destino, un mensaje muy devastador para quien buscaba esperanza el que el asiento de los poderes federales se encontrar en estado tan deplorable.

Por eso El automóvil gris, es una película de difícil análisis porque para algunos es un cine de crítica social o incluso de humor negro, para otros en cambio es cine oficialista, pero creemos que esta misma paradoja puede ser aplicada al cine en general

El cine se ha dejado llevar casi siempre por las corrientes nacionalistas que se han desencadenado en las sociedades democráticas a raíz del estallido de conflictos militares. A menudo ha intentado ir de la mano del poder político hegemónico, y se ha alineado con las tendencias más conservadoras de las masas. No obstante, pocas veces las historias que se han contado en el cine se han atrevido a negar o a criticar los fundamentos de la cultura democrática o sus legitimaciones ideológicas.

Pero también la metáfora alcanza a la Constitución como producto moderno “Es necesario, asimismo, ubicar el nacimiento del cine en el contexto de la ‘comunicación de masas’ que comienza a cobrar forma en los albores del siglo XX. Una vez más, sin embargo, las masas no son productoras sino consumidoras, y la ambigüedad del término no es fortuita.” La Constitución no es del pueblo, es para el pueblo, el productor no es la sociedad, aunque así lo parezca, sino un grupo en el poder que sin embargo, tiene la colosal tarea de generar el imaginario (como en el cine) de la participación colectiva, cuando un obrero se miraba en una filmación se sentía vinculado e incluido aunque el cine siempre lo ha hecho una élite que por lo menos debe contar con los elementos técnicos para filmar, producir y difundir.

Gustavo García y David Maciel nos dicen lo siguiente:

El triunfo del constitucionalismo fue el de las capas medias –artesanos, comerciantes, profesionistas, maestros, etcétera- y el de la incipiente burguesía nacional. En consecuencia, la constitución promulgada en 1917 propuso un proyecto de desarrollo capitalista dirigido por el Estado. En ese año -1917- ya era inminente la derrota de los ejércitos campesinos de Francisco Villa y de Emiliano Zapata, pero el proyecto constitucional asimila algunas reivindicaciones rurales, además de las obreras. Por lo tanto, el optimismo de la pequeña burguesía y de otros sectores urbanos se refleja en los múltiples esfuerzos que se inician desde 1917 para fundar una industria cinematográfica.

Por lo que podemos decir que en cierta medida el constitucionalismo contemporáneo mexicano y el cine nacieron de la mano y se influyeron mutuamente, claro está si entendemos el constitucionalismo como algo más amplio a simplemente el hecho de redactar un texto constitucional, pero este trabajo está un por hacerse. Por lo que toca a la época en estudio los mismos García y Maciel nos dicen:

En esta etapa no se concibe al cine como un medio capaz de analizar la realidad social, sino más bien como un espectáculo que con un poco de suerte pueda dar beneficios económicos. Ahora bien, con todo, se le reconocía al cine un potencial educativo y moralizante en orden a reflejar una adhesión básica a los valores establecidos. En efecto, los realizadores de la época no se creen obligados a apoyar el nuevo orden de las cosas, pero, en el fondo, se sienten agradecidos al constitucionalismo de que finalmente haya exorcizado al demonio de la insurrección campesina. Así se explican las veladas referencias a las milicias zapatistas como “fracciones sediciosas” o bien como “los elementos que asolaron al país y durante varios años cometieron toda clase de atropellos” en algunas películas: Alas abiertas (Luis Lezama, 1919), El caporal (Miguel Contreras Torres, Juan Canals de Homes y Rafael Bermúdez Z., 1921).

Derecho y cine se apoyan mutuamente para poder crear los enemigos que todo Estado necesita.

jueves, 23 de febrero de 2012

Los héroes de la cultura popular y el derecho


Las sociedades necesitan de mitos y de héroes. Tal vez el héroe encarna sea uno de los males liberados por Pandora, la esperanza, digamos que es un mal necesario. En un primer momento los héroes son sobrenaturales, distintos al resto de los seres humanos, aun si son humanos. En ciertos momentos históricos los héroes se acercan más a lo humano y cotidiano, pero seré el mito el que hará que nuevamente destaquen y se alejen.


Se ha dicho tanto que el mito retorna, para otros jamás se ha ido, con los héroes pasa lo mismo, a pesar de la muerte de los grandes relatos, los héroes jamás se han ido, sin embargo hoy se hace necesario un replanteamiento más democrático de la heroicidad.

El héroe se enfrenta siempre a un dilema ético: utilizar su poder para su beneficio personal o ponerlo al servicio de los demás, esta decisión le supondrá un sacrificio que en algunos casos será mayúsculo y en otros pasará desapercibido, pero siempre estará latente para el caso en que el héroe decida abandonar su "misión" o su "destino".

En "El superhombre de masas" Umberto Eco nos muestra como la cultura popular se alimenta de las historias donde algunos seres humanos lográn romper el esquema de normalidad y destacan del resto para marcar un nuevo rumbo a esa sociedad, para enseñarle algo con su sacrificio, para cambiar un paradigma o simplemente para recordarle el porqué de su existencia.

Hoy el cine nos presenta una derrama de (super) héroes enfrentados a sus prejuicios, a sus alteregos, a su egoísmo, a su prepotencia, nosotros esperamos que superen sus complejos para que nos puedan ayudar ¿qué más podemos hacer si no contamos con un super poder? subyace hasta hoy la idea ilustrada intensificada por el romanticismo, de que los héroes son unos cuantos, y el héros no sólo merece vivir sino que incluso puede gozar de privilegios, más aun, el héroe debe estar al margen del derecho para poderlo corregir, el héroe representa la justicia en su forma más pura, a veces confundida con la venganza (por ejemplo el Batman de Chris Nolan) ahora además se da una dualidad curiosa porque lo que determina al héroe no es su misión sino su decisión, el villano puede convertirse en héroe y viceversa si así lo decide (como en el caso de Megamind) héroes y villanos se disputan el control de las sociedades, y todos los demás mortales tenemos que esperar.

Sí pudieramos lograr democratizar la heroicidad tal vez podríamos resolver el dilema ¿pero cómo? ciertamente es un asunto que debe resolverse con un planteamiento cultural y he aquí la necesidad de propuestas, diálogo y voluntad política, no de la voluntad de los políticos sino de aquella de la polis.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un deleite intelectual: XVII Seminario Hispano-Italiano-Francés de Teoría del Derecho

Por Rocío López Medina




La universidad Carlos III de Madrid, bajo la organización del Dr. José María Sauca, profesor de filosofía del derecho y coordinador general del evento, recibió a los 100 participantes inscritos al XVII Seminario Hispano-Italiano-Francés de Teoría del Derecho.

Las palabras de Bienvenida fueron dirigidas por el rector de la Universidad Carlos III, el Dr. Daniel Peña, quien aprovechó la ocasión para enmarcar el evento en una fecha significativa para los españoles; el cese de la violencia y el abandono de las armas del grupo ETA a través de un comunicado de prensa. El rector señaló que no había mejor manera de celebrar tal suceso que discutiendo temas importantes de filosofía del derecho.

La primera intervención, a cargo de  Pablo Navarro, se centró en la pregunta ¿Qué es lo que hace que lo que sabemos del derecho sea verdadero? este desafío es tomado a partir de la caracterización normativa de Arendt Soeteman distinta a la formulada por Alchourrón y Bulygin (estos últimos pretendían subrayar la necesidad de elaborar lógicas diferentes para el nivel prescriptivo y descriptivo de los discursos normativos). La propuesta de Navarro resultó atrevida si se toma en cuenta que la cultura jurídica del grupo Italo-Español-Francés en gran medida recibe influencia, directa o indirectamente, de Normative System de Alchourron y Bulygin. La propuesta era un ejercicio de análisis crítico acerca del conocimiento del derecho enfatizando la necesidad de revisar la distinción entre enunciados normativos y proposiciones normativas.

Alvaro Núñez, habló sobre los modelos y justificación de la Ciencia Jurídica Realista, subrayó que los operadores jurídicos (en concreto los teóricos del derecho) deberían trabajar en pro de una ciencia descriptiva más que en hacer ciencia normativa del derecho.

El cierre del evento fue la mesa redonda «50º aniversario de The Concept of Law. Balance de una cultura jurídica» en el que participaron, Ricardo Guastini, Juan Carlos Bayón, Bruno Celano, Cristina Redondo y Ana Pintore, las discusiones fueron muy interesantes, se abordaron diversas perspectivas y lecturas de The concept of law, desde aquello que hace falta en la caracterización normativa hecha por H.L.A. Hart, hasta los problemas ontológicos y la no neutralidad (a través de un compromiso con la práctica) de uno de los autores más influyentes en el estudio del derecho. Sobre estos temas hubo posturas tajantes, aquellos a favor de las bondades técnicas del libro, pero desmedida admiración por parte de quienes forman la cultura jurídica continental a ideas, calificadas como, poco novedosas, replica que encontró su contra-réplica en que: lo verdaderamente interesante se basa en el  “uso” que Hart propone de la vieja distinción entre punto de vista interno y externo, así como de reglas primarias y secundarias, uso que podría gustar más o menos, pero lo que no se puede negar es el impacto que representa para los marcos teóricos metodológicos de aquel que pretenda acercarse al estudio del derecho.

Finalmente todos se manifestaron agradecidos con la organización y satisfechos por los trabajos realizados. Así mismo se anunció que el próximo Italo-Español-Francés tendrá lugar en la Università Commerciale Luigi Bocconi en Milán Italia, bajo la coordinación del Dipartimento di Studi Giuridici y del Dr. Damiano Canale. 



martes, 1 de noviembre de 2011

Cultura jurídica al Top 25 de Lexis Nexis

LexisNexis International & Foreign Law Community 2011 Top 50 Blogs












Lexis Nexis, ha nominado este blog para el Top 25 de blogs jurídicos 2011, lo cual nos compromete ha seguir trabajando.

Agradecemos enormemente la preferencia de todos nuestros lectores y a nuestros colaboradores su apoyo.

Aprovechamos para invitar a otros a sumarse al proyecto enviando breves comentarios sobre nuestros temas a: cultura jurídica mail

Para votar por el blog sólo hay que ir hasta el final de la página siguiente y poner su nombre y "I vote for La Cultura Jurídica" y llenar la ventana con los números que aparecen abajo de la misma, dar click y listo:
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GRACIAS A TODOS

jueves, 20 de octubre de 2011

Rumbo al XVII Seminario Hispano-Italiano-Francés de Teoría del Derecho que convoca Grupo de Investigación sobre el Derecho y la Justicia (GIDYJ)



En los próximos días se llevará a cabo el XVII Seminario Hispano-Italiano-Francés de Teoría del Derecho que convoca Grupo de Investigación sobre el Derecho y la Justicia (GIDYJ) de la Universidad Carlos III de Madrid titulado «50º aniversario de The Concept of Law. Balance de una cultura jurídica» aprovechando la conmemoración de la primera edición del influyente trabajo de H.L.A. Hart.

Rocío López Medina estará presente en el evento y nos enviará noticias de las ponencias más relevantes.

El programa de actividades es el siguiente:

Viernes, 21 de octubre de 2011

Pablo Navarro Permisos, enunciados normativos y proposiciones normativas. Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) / Universidad Blas Pascal (Córdoba) Argentina
Eric Millard Jouer au football avec les main. Université Paris Ouest Nanterre La Défense
Andrea Greppi Opinión, educación y verdad. Concepciones epistémicas y concepciones doxásticas de la democracia. Universidad Carlos III de Madrid
Massimo Cuono Tra arbitrarietà e ragionevolezza. Riflessioni analitiche di teoría politica e giuridica. Università degli Studi di Sassari

 Sábado, 22 de octubre de 2011

Álvaro Núñez Ciencia jurídica realista: modelos y justificación. Universitá degli Studi di Genova / Universidad Carlos III de Madrid
Adrian Sgarbi Sobre libertades y elecciones. Un análisis del ámbito de los límites y las posibilidades del neuroderecho. Pontificia Universidade Católica. Rio de Janeiro / Universitat de Girona

 Presentación de las revistas Teoría Política (nuova serie) y Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad.
Intervienen:
Michelangelo Bovero Director de Teoría Política
Juan José Pons Editor de Teoría Política
José María Sauca Director de Eunomía
Salvador Vives Editor de Eunomía

Mesa redonda:
«50º aniversario de The Concept of Law. Balance de una cultura jurídica»
Chair: Riccardo Guastini
Università degli Studi di Genova
Intervienen:
Juan Carlos Bayón. Universidad Autónoma de Madrid
Bruno Celano. Università di Palermo
Anna Pintore. Università degli studi di Cagliari
Cristina Redondo. Università degli Studi di Genova

miércoles, 24 de agosto de 2011

La imagen del juez en la serie La Tremenda Corte

A la clasificación ahora clásica de Dworkin entre casos fáciles y casos difíciles, e incluso a otras categorías propuestas por juristas posteriores como casos dramáticos, habría que sumar los tremendos casos propuestos por la picardía latinoamericana ya desde 1941.
Nos estamos refiriendo por supuesto al famoso programa de radio La Tremenda Corte, quizá el más exitoso de la radio en América Latina, escuchado por 3 generaciones y aún presente a través de grabaciones en algunas radiodifusoras del continente y obviamente en internet.
Los programas conciernen a un juzgado donde indefectiblemente se ven confrontados un juez y un acusado de sobrenombre Trespatines (los demás personajes eran aleatorios dependiendo el guión de cada programa). La idea original fue del escritor cómico Cástor Vispo de origen español pero radicado en Cuba por muchos años, en donde aprendió y logró plasmar en sus escritos la forma pícara de hablar de los cubanos, lo que dio fama y éxito al programa.
La estructura del programa era bastante sencilla utilizando clichés que el público identificaba rápidamente; el secretario iniciaba la sesión con la famosa frase: “¡Audiencia pública!, el Tremendo Juez de La Tremenda Corte va a resolver un tremendo caso.” Los casos se titulaban según el tema a discutir a través de neologismos como, por ejemplo, “lavandicidio” o “automovilicidio”, cuando se trataba de un problema surgido en una lavandería o cuando se demandó por los daños hechos a un automóvil, respectivamente. Al inicio de cada programa el juez y el secretario tenían una breve charla, normalmente el secretario preguntaba sobre el estado de salud del juez, después,  abusando del sentido común, hacía algún comentario fuera de lugar, lo cual propiciaba que el juez le impusiera una multa, entonces el secretario respondía adulando al juez quien inmediatamente le retiraba la multa; las multas se sucedían a lo largo del juicio contra todo mundo casi siempre cuando se hacía una crítica o burla del juez y obviamente en mayor medida al acusado.
El juez de la Tremenda Corte, interpretado por Aníbal de Mar, es unas veces compasivo, otras autoritario; no son pocas las ocasiones en que el juez menciona que toma tal o cual decisión porque es su voluntad, porque lo manda, porque es él la autoridad. Por la naturaleza del programa, el juez hace constantemente preguntas a los testigos, incluso sobre cosas que no tendrían que ver directamente con el caso, es así que en un determinado momento, ya sea cuestionado por el juez o buscando defenderse, el acusado Trespatines, interpretado por Leopoldo Fernández, interviene para tratar de tergiversar lo que se está diciendo, buscando darle otro sentido a las palabras o descontextualizando el argumento en su contra.
Es peculiar cómo el imaginario colectivo de la administración de justicia en América Latina gira en torno al doble sentido de las palabras o, más técnicamente, a la porosidad del lenguaje; el ingenio latinoamericano que se refleja en el uso de un lenguaje irónico que llevaría a justificar delitos o en su caso a incriminar a alguien. Nos fascina entonces el poder del lenguaje, un poder que tiene consecuencias paradójicas entre el drama y la comedia, el lenguaje nos puede herir de muerte, nos puede impulsar a realizar grandes empresas, y en fin, puede cambiar la realidad irreversiblemente.
El nombre de Trespatines es emblemático, es un sinsentido, pues la lógica llevaría a pensar en un par de patines, pero ¿tres? La idea es la del recurso fácil, la de buscarle “tres pies al gato”, “darle la vuelta”; frases todas, que representan parte de una cultura que se apoya en la simulación y la disimulación, contra la que supuestamente combaten reformas constitucionales, legislativas e institucionales que, en el fondo, están tan llenas de dicha cultura, y terminan simulando sobre la simulación.
Obviamente la Tremenda Corte echa mano de recursos como los estereotipos y la caricaturización de sociedades como la nuestra; utilizando la reducción al absurdo plantea los tremendos casos como controversias jurídicas donde las palabras juegan un papel importantísimo: Cuando José Candelario Trespatines se excusó de prestar el servicio de darles clase de idiomas a unos alumnos que le pagaron por ello, él se justificó diciendo que el servicio que había ofrecido era “enseñarles un buen inglés” exactamente lo que hizo al mostrarles un retrato de Wiston Churchill, un buen inglés. O aquella ocasión en que se negó a rehacer unos retratos los cuales habían salido sin la cabeza, argumentando que los clientes le habían pedido que las fotos “no salieran caras”.
Detrás de la comedia subyace un problema hermenéutico tremendo, el juez tiene delante diferentes argumentos que van integrando la litis, todo eso debe encajar en una premisa normativa, de la que derive la solución del caso. La Tremenda Corte, como el cine judicial y algunas otras manifestaciones culturales nos muestran la importancia de lo “dicho” sobre los hechos; a pesar de que el juez tiene un gran protagonismo, el caso va construyéndose en realidad a partir de los hechos, pero como es difícil que el juez tenga total inmediatez, se hacen necesarios los testimonios, la reconstrucción de los hechos, y todo esto se hace a través del lenguaje. En este contexto, la tarea del juez es descubrir la “verdad” e intentar dar la “razón” a quien la tiene, todo ello con ayuda de la prudencia, a efecto de valorar y contextualizar cada palabra. Tal vez programas como La Tremenda Corte, generaron la idea (que a su vez tomaron de la realidad), sobre una administración de justicia que caricaturizó el arbitrio judicial convirtiéndolo en arbitrariedad; ciertamente todos los programas terminaban con la condena del acusado, el drama era quizá el hecho de la gran inversión material y humana que supusieron las instituciones de impartición de justicia en nuestros países pero la falta de inversión sobre una cultura de la justicia, pareciera que a un tribunal se iba a simular, comenzando por el juez.
Trespatines, de algún modo es un héroe popular, porque “se sale con la suya”, la justicia no es un parámetro universal, ni siquiera fruto de un consenso social como suponía Rawls, es el salirse con la suya, es el poder subsistir a pesar de las reglas, donde la reglas no escritas pesan más que las escritas aunque se sostenga lo contrario, no es un simple problema de anomia, de falta de consideración por el derecho, es simplemente que la cultura se basaba en la idea de separar el derecho en su forma legal, de toda otra consideración, ética, social o psicológica por lo que en el imaginario significó: buscar justicia igual a salirse con la suya. Es curioso, pero en un programa posterior realizado por el mismo actor (Leopoldo Fernández) llamado El Agente Trespatines, que se desarrollaba en una comisaría de policía y donde Trespatines estaba “del lado de la ley” siempre terminaba el agente de policía adaptando la ley a modo. Ya Umberto Eco ha demostrado como en la novela popular los delincuentes pueden convertirse en grandes héroes porque saben estar de un lado y del otro de la ley, una paradoja que puede perfectamente trasladarse a la administración de justicia en el Estado Moderno.
Hay un hecho interesante en la relación entre el juez y Trespatines, el primero muchas veces corrige al acusado sobre el uso de una palabra, pero es una corrección formal, como si el juez fuera un purista del idioma, claro para la estructura del programa esto es muy simpático porque Trespatines se empeña en decir una palabra de manera incorrecta y el juez en corregirlo y terminan siempre en un juego de palabras, lo interesante es que el juez tiene una preocupación por “educar” al justiciable aunque por lo general el quedarse sólo con las palabras le impide pasar al fondo del asunto.
Existe otro personaje de La Tremenda Corte que vale la pena mencionar, se trata de  Patagonio Tucumán y Bondoneón, que en ocasiones aparece como un tinterillo con conocimientos sobre derecho, cuando entraba decía: “¡A la voz de aura!... Primera!...” y luego soltaba un verso en el que veladamente se burlaba del juez, una forma cómica de mostrar como el litigante tiene como trabajo el engañar al juez, e incluso ridiculizarlo.
La Tremenda Corte es sin duda una pieza arqueológica en la historia de la radio latinoamericana, con 70 años de transmisiones y con un humor blanco que sigue fascinando a las generaciones actuales, pero sobre todo, manteniendo vivo un imaginario sobre la administración de justicia que no es nada despreciable.

miércoles, 20 de julio de 2011

OLEANNA, LA VERDAD, Y FACUNDO CABRAL


Amílcar Adolfo Mendoza Luna

Si quieren que les diga la verdad (esa palabra que vamos a complicar más adelante, como todo abogado que se respete) mi interés por escribir sobre la obra de teatro “Oleanna” de David Mamet y sus vinculaciones en el Derecho, era completamente distinto hace una semana respecto de lo que pienso escribir hoy, luego de enterarme de la trágica muerte de Facundo Cabral. Este hecho, un asesinato nada menos, cuyas motivaciones son dudosas y que parece tan fortuito, se presenta como una nebulosa que opaca con su tremendismo lo que ha sido una vida maravillosa, plena de logros y canciones perdurables.

Cuando pienso en dicho suceso, el asesinato digo, tengo la impresión que me distrae de cosas fabulosas y esclarecedoras que don Facundo Cabral nos regaló. Tantos conciertos que nos ofreció, tantos momentos felices y tal vez hasta epifanías, que dejarse distraer por pensamientos infelices parece un desperdicio, tal como él no se cansaba de cantarnos con su voz elocuente, mezcla de juglar y profeta.

¿Quién puede entender el asesinato? Quiero decir, las motivaciones de la gente para acabar con algo tan irremplazable y único como la vida de una persona. Nuestros códigos penales definen y exorcizan ese acto bajo una cortina de conceptos abstractos que nos alejan de esa temible realidad, reemplazandola por marmóreas descripciones que solemos llamar supuestos típicos o denominaciones similares.


Tengo la sospecha que bajo el manto de palabras amables y asépticas, el jurista tiende a escapar de la lodosa realidad de las miserias humanas. Cuando pretendemos hablar de la verdad lo hacemos desde torres de marfil, o desde ese lejano y brillante país de los conceptos ideales con que alguna vez soñó Ihering, una vez llegado al panteón de los juristas.

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